Los habitantes de la España rural buscan oportunidades económicas en la prevención de incendios forestales
Camino del tranquilo pueblo extremeño de Descargamaría, un pinar carbonizado en un lado del valle recuerda los peligros de los meses de estivales. En esta zona de la Sierra de Gata, los vecinos se preparan cada verano para los incendios forestales, avivados por el cambio climático y el éxodo rural.
Incendios forestales como el que quemó 10.000 hectáreas (es decir, 14.000 campos de fútbol) de pinares cerca de Descargamaría en mayo de 2023 no sólo dejan su huella en el paisaje sino también en la economía local y en la mente de las personas. Los residentes de la zona, muchos de ellos personas mayores, tuvieron que ser evacuados del incendio forestal que invadió el pueblo el año pasado. En 2015, otro gran incendio forestal quemó más de 8.000 hectáreas y obligó a 1.500 personas a evacuar sus hogares.
“El año pasado tuvimos uno que vino desde las Hurdes y se presentó en el Valle del Arrago. Allí cambio el viento y gracias a eso y a que los bomberos hicieron un buen trabajo, se pudo extinguir, pero se llevó por delante miles de hectáreas. El año anterior hubo otro en Torre de Don Miguel en el que hubo que evacuar el pueblo” cuenta Luis Mariano Martín, ex alcalde de Villasbuenas de Gata y ahora presidente de la asociación de desarrollo rural local ADISGATA, en una entrevista a REVOLVE frente a su propiedad en la Sierra de Gata.
“Esa es la canción de todos los días. Nuestra debilidad tenemos y también nuestra la lucha continua, pues llega el verano y estamos todos muertos de miedo por lo que pueda ocurrir”, añade.
ATIZANDO LAS LLAMAS
El cambio climático hará que los incendios forestales sean más intensos. El aumento de las temperaturas ya está dejando unos paisajes y una vegetación más secos durante períodos más largos del año. En España se registraron 371 incendios en 2023, que quemaron un total de 91.220 hectáreas, según el servicio de vigilancia de incendios por satélite de la Unión Europea EFFIS, que también pueden incluir incendios intencionados con fines agrícolas o de quema de vegetación. El año anterior se registraron 494 incendios, con una superficie quemada conjunta de 306.555 hectáreas, la mayor de este siglo en España. De ellos, 56 se consideraron grandes incendios forestales de más de 500 hectáreas.
Aunque es difícil calcular con exactitud los daños económicos causados por un incendio forestal, el presupuesto inicial de restauración de tierras asignado por la Junta de Extremadura para el incendio de mayo de 2023, por ejemplo, fue de 15 millones de euros. Un informe de marzo de 2023 estimó las pérdidas anuales causadas por los incendios forestales en regiones del sur de Europa entre 13 y 21 mil millones de euros. Esto es considerable en una zona como la Sierra de Gata, donde la tasa de paro se sitúa en el 12%, según ADISGATA.
Sin embargo, el principal factor de la intensificación de los incendios forestales en la España rural es la disminución de la población. Entre 2011 y 2021, el número de personas que viven en la comarca de la Sierra de Gata disminuyó casi un 11%, de 23.056 a 20.570. Las personas mayores de 65 años suponen casi el 30% de la población, muy por encima de la media española del 19%. En Descargamaría, actualmente, solo hay unos 50 residentes permanentes (el censo indica 103 debido a que otros registraron su domicilio legal en el pueblo), muy lejos de los más de 700 que había en los años 60 según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Hay incendios forestales porque no hay economía local y hay abandono del campo.
Fernando Pulido
Cuando la población rural hace las maletas y abandona la zona, se lleva consigo trabajos tradicionales como el pastoreo de ganado, la agricultura y el cultivo de árboles, que alguna vez dieron forma a los bosques de la Sierra de Gata en un paisaje de mosaico. En su ausencia, se han instalado vastas extensiones de pinos, creando franjas ininterrumpidas de bosque y convirtiendo la región en un polvorín propicio para un incendio fuera de control.
“Hay incendios porque no hay economía local y hay abandono del campo”, afirma Fernando Pulido, catedrático de Ciencias Forestales y conservación de la Universidad de Extremadura (UEX) y rostro conocido en la Sierra de Gata por sus trabajos sobre prevención de incendios forestales. “Hay un cambio social, hay una despoblación. La gente de aquí se está yendo a las ciudades y eso nos deja una vegetación, un bosque que no controlamos y que genera incendios demasiado grandes”, añade en una entrevista con REVOLVE.
SISTEMA MOSAICO
Como parte del Proyecto RESIST, Pulido y otros socios locales en la Sierra de Gata trabajan para implementar estrategias que mitiguen el riesgo de incendios forestales y ofrezcan oportunidades económicas que mantengan a las comunidades locales en el área.
“Creemos que podemos convertir la prevención de incendios forestales en una oportunidad si la enfocamos de forma participativa con las partes interesadas locales”, dice Pulido. “Si reactivamos la gestión económica sostenible del campo, haremos una buena contribución a la prevención de los incendios forestales. Es atacar a los incendios desde la raíz”.
Una forma de lograrlo es creando redes profesionales entre personas que ya trabajan en la tierra para amplificar su impacto en el bosque. Otra se está demostrando con un estudio de caso que despejará 10 hectáreas de bosque en una zona de alto riesgo de incendio (en concreto, la zona que se quemó en mayo de 2023) para establecer una plantación de castaños. Esta prueba piloto se financiará a través del proyecto RESIST, lo que significa que las asociaciones locales no tendrán que hacer frente a ningún coste directo.
“Si nosotros generamos discontinuidades en esas masas forestales a las cuales llamamos cortafuegos productivos pues entonces detenemos el incendio o hacemos que sea más pequeño y menos catastrófico”, dice Pulido, y ofrece ejemplos de actividades tradicionales como el pastoreo de cabras y el cultivo de árboles. Ambas gestionan las extensiones de bosque reduciendo la densidad de árboles. La actividad humana o animal entre los árboles también ayuda a mantener la maleza y los matorrales bajos. Combinados, estos efectos en el bosque hacen que sea más difícil que las llamas se propaguen a través de las copas de los árboles y el suelo forestal.
No hay nada nuevo en el sistema de mosaicos de la Sierra de Gata. De hecho, marca el regreso de un sistema rural que alguna vez prevaleció en la región. El truco consiste en hacerlo económicamente viable.
APROVECHAR EL TALENTO RURAL
Una persona que intenta hacer esto es Javier Calzada, un joven de la Sierra de Gata de poco más de 20 años que se ha dedicado a la extracción de resina, aprovechando los amplios pinares de la región. La resina que extrae se vende para múltiples usos industriales, en particular para fabricar cápsulas de pastillas médicas.
“Empecé con ello porque me gusta mucho la naturaleza, me gusta trabajar al aire libre y, sobre todo, porque me pongo mis propias reglas”, cuenta a REVOLVE en una entrevista en su parcela de pinos resineros.
Calzada explica que la resina de los árboles es más fácil de extraer cuando las temperaturas superan los 27 °C , lo que significa que la mayor parte del proceso se realiza en verano. Pero los preparativos comienzan en febrero, cuando comienza a hacer pequeños cortes en la corteza de la base de sus árboles, debajo de los cuales coloca un embudo y un pequeño cubo negro para recoger la resina.
El resinero es un vigilante permanente del bosque porque no le interesa que se queme su fuente de ingresos.
Fernando Pulido
Como trabajador autónomo, afirma que las fluctuaciones de los precios en el mercado de la resina y la precariedad económica pueden dificultar el trabajo, pero reconoce la existencia de ayudas económicas de las autoridades locales. Al elegir ser resinero, Calzada puede trabajar cerca de su ciudad natal y al mismo tiempo devolver un servicio a su comunidad local para prevenir los incendios forestales.
“El caso de los resineros es un ejemplo interesante de cortafuegos productivos”, afirma Pulido. “Si están los resineros hay dos beneficios. En primer lugar, que ellos están moviéndose por allí continuamente y eliminan los arbustos y la vegetación. Es como si hubiera un rebaño de cabras allí dentro. Pero, sobre todo, el resinero es, además, un vigilante permanente del bosque porque no le interesa que se queme su fuente de ingresos. Y ese doble efecto de limpieza de vegetación y de vigilancia es el que nos interesa del resinero”.
CONOCIMIENTO COMPARTIDO
Los esfuerzos por reactivar la economía local en la Sierra de Gata están generando conocimiento que pueden ser de utilidad para otras zonas despobladas de la España rural y de otros lugares. A principios de abril, los socios en el proyecto de las regiones del centro de Portugal y Extremadura participaron en una visita de campo de dos días en estos territorios fronterizos, para conocer algunos de los desafíos climáticos compartidos que se abordan en el proyecto. Una vez validadas, las soluciones probadas en estas regiones se compartirán con otros participantes en el proyecto en toda Europa.
Pero el impacto de estas soluciones se sentirá más cerca de casa para los vecinos de la Sierra de Gata, muchos de los cuales participan en las actividades del proyecto como cocreadores y beneficiarios. Dotar a las personas de las herramientas y recursos para ganarse la vida determinará en última instancia el paisaje de la España rural.